El estrés nuestro de cada día no es un «Cuco»

En su momento a esta emoción se le llamó «la enfermedad del siglo XXI», y seguro que aun para muchos sea vista como tal.

Quitémosle al estrés un poquito esa imagen de «cuco» que tiene esta emoción y vamos a encuadrarla y ponerla en el llano, con ayuda de un poco de realismo y otro poco de mirada resiliente, que si quiere, le puede ayudar a pasarla menos mal cuando usted mismo se la genera en la mente porque, como todas las emociones, ella nace dentro de nosotros, no afuera en el mundo exterior.

Créanlo, hay gente que siente estrés y no la pasa mal. Pasada la situación, siguen con su vida, tranquilos.

El estrés es la emoción que sentimos cuando pensamos que hay algo que nos exige mucho o todo nuestro esfuerzo.

Hay diversas situaciones que al pensarlas en nuestras vidas, las pensamos como: algo difícil, complejo, urgente, nuevo, desconocido y otras definiciones. Cuando las pensamos de alguna de esas formas, nos podemos generar esa emoción.

Entonces, es una emoción más y muy posible en toda persona. El asunto es que mucha gente la siente en su versión negativa o disfuncional: distrés. Y otra gente la siente en su versión positiva o funcional: eustrés.

Cuando la gente la tiene en modo positivo, piensa que la situación es intensa, que necesita poner todo de sí, que sí puede o podrá lograrlo. Y si fallan, simplemente siguen intentando. Sabe que ya lo lograrán, pero que cuesta y costará. Y sí, se cansan, se agotan, pero entienden que es parte del esfuerzo. No se pasan ni al enojo, ni a la frustración. Créalo, hay gente que siente estrés y no la pasa mal. Pasada la situación, siguen con su vida, tranquilos.

Cuando la gente siente estrés en modo negativo, se siente que «ya fue», que no puede, que no le sale, que la situación los supera. Se sienten cansados, pero eso lo ven como algo sufrido. Con eso se amargan, se frustran. Y otros van más lejos, pasan al derrotismo o a la ansiedad («saldrá mal, saldrá mal, saldrá mal»; «no puedo, no puedo, no puedo»). Aquí se encuentran aquellas personas llenas de contracturas musculares de dolores descomunales, gastritis emotivas, migrañas interminables de origen emocional, y muchas otras dolencias físicas, acarreadas desde el pensamiento, usando la emoción como interfase.

El estrés es la emoción que sentimos cuando pensamos que hay algo que nos exige mucho o todo nuestro esfuerzo.

Es decir: sí uno está en el modo positivo, bien. Es buenísimo, pues es una palanca de realidad: nos hace decirnos «es difícil y exige todo de mi, pues habrá que hacerlo».

Si uno está en modo negativo, hay que forzar a la mente a pensar diferente: «hey, que no me salga no es terrible. Voy a pensar más bien porqué no sale o porqué esto es así, duro y esforzado o porque no se parece a lo que esperaba o deseaba».

Y podría pensar también otras cosas más racionales, saludables, realistas y funcionales:

a) ¿me falta técnica, saber algo más y por eso no lo logro?

b) ¿estoy cansado?,

c) ¿ya saturé? (el cerebro se cansa de la concentración, necesita pausa, hacer otra cosa),

d) ¿no estaré pensando otra cosa con la que me distraigo?,

e) ¿no será que esto es así y punto, y que me costará esfuerzo y ya?,

Mucha gente llega al distrés y abandona. Se victimiza y deja todo. Así es más fácil, siempre habrá alguien o algo a lo que culpar: el otro, el universo, el karma, hay chivos expiatorios para elegir.

Pero de eso no precisamente se trata la vida, pues lo realmente valioso y bueno de la vida (así sea muy aparentemente pequeño e insignificante) siempre es complejo, difícil, retador, largo de hacer y terminar, esforzado. En efecto, generalmente lo que nos da bienestar emocional o material, nos cuesta lograrlo o alcanzarlo. Así es la vida. Hay mucho de elección en lo que sentimos y vivimos.

Elige qué sentir y qué pensar, y me cuentas. Verás que puedes cambiar tu realidad.

Cambia tu realidad

No naciste para sufrir. Dale una oportunidad a tu felicidad.

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